Estabilidad, simetría y acceso

Pablo Correa

En los últimos años la economía chilena ha tenido un destacado desempeño en lo macro, en un contexto externo que recién comienza a levantar cabeza tras la fuerte crisis financiera global que se inició en 2008. El nivel de desarrollo que ha alcanzado nuestro país resulta bastante satisfactorio, pero a la vez impone desafíos a la altura de estos avances. Uno de ellos es contar con un sistema financiero fuerte y robusto, que se acerque cada vez más a los exigentes estándares internacionales. Y si bien el mercado de capitales de nuestro país demostró estar bien preparado para enfrentar los embates de la crisis financiera, hoy debe dar pasos adicionales para incrementar su eficiencia, profundidad y competitividad, así como incorporar las mejores prácticas en la gestión de riesgos.

Nuestro país está ad portas de alcanzar el desarrollo económico y si bien el sistema financiero ha sido fundamental para alcanzar este estado, su perfeccionamiento debe ser parte de un proceso continuo. En este sentido, nuestro país debe dar una serie de pasos que le permitan mantener el prestigio y solvencia del que hoy goza tomando como referencia estándares y prácticas probadas en los mercados internacionales más consolidados. Actualmente se encuentran en carpeta una serie de proyectos de ley y normativas para lograr una mayor y mejor regulación del sistema financiero chileno, que genere más simetría entre los diversos actores y democratice el acceso al ahorro y al crédito.

No cabe duda que urge una regulación consolidada y que las autoridades financieras deben trabajar de manera coordinada por un objetivo superior que es la estabilidad financiera. Por otro lado, la legislación bancaria no ha sido revisada de manera integral en más de 25 años, lo que la ha dejado definitivamente rezagada de las mejores prácticas internacionales. Asimismo, hay una serie de oferentes de crédito que pese a ofrecer productos similares entre ellos, son sujetos de distintos niveles de supervisión, lo cual genera una potencial fuente de riesgo.

Producto de pasadas regulaciones y de las actuales, se generará la necesidad de estimular nuevas fuentes de financiamiento para personas y en especial para las PYME. En ese sentido, avanzar en un sistema de información comercial más completo que el actual y definir políticas públicas que faciliten la asignación de recursos para financiar capital de trabajo constituyen elementos centrales a corto plazo. Asimismo, potenciar la infraestructura financiera y productos tales como las tarjetas de prepago, será un real aporte de las autoridades a construir un mercado más eficiente, amplio y seguro, al tiempo que se avanza en inclusión.

Finalmente, avanzar en una oficina de protección al consumidor eminentemente técnica e independiente del ciclo político es un pilar fundamental con que debe contar cualquier iniciativa en esa materia.

La coyuntura regulatoria y política actual propone numerosos cambios en varios frentes. En este contexto, no debemos desaprovechar las oportunidades que se presentan para perfeccionar y fortalecer nuestro sistema financiero. El desarrollo económico de cualquier país y su sistema financiero están muy ligados, y existen claros y numerosos ejemplos de que las naciones de mayores ingresos cuentan con sistemas financieros más profundos y desarrollados. Chile no está al margen de esta tendencia, lo que hace necesario definir un marco regulatorio robusto, que permita contar con un mercado financiero sano y eficiente. Adicionalmente, creemos que en el corto y mediano plazo, tanto las empresas como las personas enfrentarán necesidades crecientes de financiamiento y, en la medida en que se aumente la carga que soporta el sistema, se requerirá mayor transparencia y simetría en la información, condiciones necesarias para contar con un mercado de crédito que garantice estabilidad.